Desde el inicio de la crisis económica, las diferentes ramas de la cultura se han esforzado por justificar su importancia económica,como en el Anuario de Estadísticas Culturales, o por reflejar los beneficios que la actividad cultural como industria aporta al conjunto de la sociedad, como en este vídeo de la compañía FeelGood, o en este otro, del que se hizo eco Le Monde . Todo ha sido poco para intentar evitar los recortes en cultura en una época marcada por el discurso económico. La Federación Estatal de Asociaciones de Gestores Culturales, en el Pacto por la Cultura 2015 habla, sin embargo, de que «el contexto actual permite superar esta mirada orientada a las externalidades, centrándola en el valor público intrínseco de la cultura, diferenciado del valor económico y rechazando su uso exclusivamente instrumental, para poner el acento en la creación de valor social, en los elementos efectivos, intangibles y de la experiencia asociados a la cultura.». Ambos enfoques tratan de poner en valor la cultura para lo sociedad en la que operan. Podemos desgañitarnos discutiendo las bondades y límites de cada uno.Pero el verdadero problema es: ¿hay alguien escuchando al otro lado?
La sesión de inicio de legislatura ha sido calificada en diferentes medios como «un circo» «teatro» «show» «Una «opereta»» con aire de zarzuela»…. . El que piense que es casualidad, que lea los comentarios de cualquier noticia relacionada con el mundo del actor o que consulte la encuesta de hábitos y prácticas culturales y se hará una idea de lo relevantes que somos . Mientras las Artes no mantengan un diálogo activo y permanente con las sociedades en las que desarrollan su actividad, no serán percibidas como una parte imprescindible de las mismas y, por tanto, su futuro será incierto y sujeto a las ocurrencias del político de turno.
Algunas propuestas para cambiar esta situación:
- Escuchar al público, tanto al que visita nuestros espacios como al que no, implicarle en el conocimiento y el funcionamiento de nuestro trabajo (sistemas de embajadores, darles presencia (y poder) en la toma de decisiones, encuentros con el público, escuelas de espectadores…) Sé que hay muchos buenos ejemplos: La Abadía es uno, pero mientras no esté en el ADN del sector, se limitará a casos maravillosos, pero aislados.
- Elaborar un mapa de consumo cultural de Madrid (o de tu ciudad) donde figuren todos los equipamientos culturales: hay mucha gente que no sabe que al lado de su casa hay una sala alternativa, o una sala de conciertos, un museo o un auditorio. Una de las frases más repetidas cuando cierra una sala, galería de arte, etc. es: «Ah, pues no sabía que este teatro/galería, etc estaba aquí». Una aplicación móvil con los espacios geolocalizables podría resolver ese problema y servir igual al turista que al habitante de la ciudad, dotando de visibilidad a los espacios. Si tuvieran una tiquetera asociada ya sería la bomba.
- Potenciar la presencia de la cultura en las aulas. Puedes consultar un par de propuestas aquí .
- Promover las sinergias entre sociedad y las Artes: cursos de oratoria para profesionales, role-playing para superar procesos de selección, Teatro Foro como medio de abordar problemas comunitarios…:¿Cómo puede ser que la Noche de los Teatros/Museos lo mejor que la mayoría de nosotros pueda ofrecer sea un descuento?¿Y siempre dentro del teatro/museo?¿No podemos ser más creativos y tomar la calle para que quienes no nos conozcan se encuentren con nuestras propuestas?
Sé que hay muchos buenos ejemplos, si tienes alguno compártelo. Porque más importante que hablar entre nosotros (lo cual es necesario, inspirador y enriquecedor) es que dejemos de hablar sólo para nosotros (lo cual es habitual, y muy triste).