Las Artes Escénicas no son ajenas al debate que la sociedad está teniendo sobre la sostenibilidad. Las medidas de ahorro energético implementadas por la UE implican un cambio drástico para la iluminación escénica que será obligatorio en 2021.
El problema es doble: por una parte, la UE dejará de fabricar las lámparas que no cumplan con un nuevo ratio de eficiencia energética, que será medida en lúmenes/watio. Aunque esto no significa necesariamente que estas lámparas no puedan seguir usándose, empezarán a carecer de repuestos, porque su venta será ilegal. Esta medida, ideada por los legisladores europeos para motivar a los fabricantes a acelerar su inversión en I+D, se hace sin contar con la especificidad de los colectivos artísticos, y la industria ya ha comunicado que el cambio es demasiado apresurado, porque no llegará a fabricar a tiempo sustitutos eficaces para los focos que no cumplan la ley.
Algunos de los focos más utilizados, tanto halógenos como de LED, se verán afectados, y, sin ser un especialista en temas técnicos, dudo mucho que el precio de los nuevos equipos sea comparable al de los repuestos actuales. La consecuencia principal también es doble: los iluminadores tendrán que aprender a manejar estos equipos, lo que se traduce en tiempo y dinero, y los espacios tendrán que acometer una inversión importante para cumplir una legislación que, una vez más, se hace sin tener en cuenta las características especiales del arte escénico.
En España, el problema se agrava porque una gran parte de los espacios municipales son públicos, y los presupuestos para las Artes vienen sufriendo recortes constantes desde la crisis. Como siempre, habrá que hacer más con menos medios. ¿Y los espacios privados? Me preocupan especialmente aquellos espacios públicos que se ceden a la gestión privada, que es una tendencia creciente donde, a día de hoy, la parte económica sigue siendo la más importante, y los espacios alternativos, que suelen tener los equipos que se pueden permitir y que pocas veces tienen el suficiente músculo económico como para hacer inversiones de este calibre.
En el Reino Unido, que curiosamente quedará fuera de esta medida gracias al Brexit, pusieron en marcha una campaña para intervenir en la ley, que actualmente es un borrador, y tratar de prolongar el tiempo de adaptación para cumplir las condiciones de la UE. La campaña se llama Save Stage Lighting, y sus avances se pueden consultar aquí
¿Habrá una moratoria? Es posible. Aún así, es necesario proponer una línea específica de ayudas para que la calidad de nuestra iluminación no sufra, y los profesionales puedan adaptarse sin que les cueste un dinero que tendrá repercusión sobre sus economías. La Asociación de Autores de Iluminación se ha sumado a la iniciativa, pero creo que es necesaria la implicación de todo el sector para hacer fuerza y encontrar apoyos políticos que defiendan nuestras necesidades. La iluminación es una parte importante de nuestro arte, y los técnicos de los ayuntamientos deben tener la información y los medios para que los espectáculos no sufran. Si queréis saber más, os recomiendo el excelente artículo de Nicolás Fischtel en el último numero de la revista de la Academia de las Artes Escénicas
Salvemos la iluminación escénica. Es de todos y nos afecta a todos.
Comments
No se trata de aprender a usar nuevos equipos, sino de que la transformación no consiste en sustituir los focos, sino toda la instalación eléctrica de alimentación y de control. Volver a cablear todo el teatro y cambiar las máquinas y aparatos, no solo los focos.
Además de ¿Quién se va a hacer cargo de toda la basura generada por ese cambio brusco?
Gracias por la aportación. Aún así, los diseños se verán afectados por las prestaciones de los nuevos equipos, y eso conllevará un aprendizajw, ¿no?