Asistí hace no mucho a una asamblea de técnicos que se celebró en la sede de CCOO en la calle Lope de Vega. Resulta que están intentando sacar adelante un convenio que sustituya al anterior, que data de 1998, tan antiguo que la patronal lo da por caducado aunque sigue sirviendo de referencia a la hora de fijar sueldos y otras condiciones en las que los técnicos realizan su trabajo. El convenio incluye también al personal de sala: acomodadores, taquilleros, etc.
Cuando Brian McMaster llegó al Barbican, una de las primeras cosas que hizo fue realizar un curso de formación para que el personal de sala aprendiera, compartiera y difundiera a través de su trabajo los valores que quería asociar con su gestión en el Barbican. El trabajo del personal de sala muchas veces no se valora lo suficiente, pero si todos tenemos asumido que no hay una segunda oportunidad para causar una buena impresión, ellos (o nuestras webs) son quienes producen esa primera impresión en nuestros clientes/usuarios/espectadores.

El personal de sala, la primera oportunidad de contar nuestra historia
La manera en que realizan su trabajo condiciona la recepción del espectáculo. Digo esto para que apreciemos en lo que vale el trabajo de toda la parte técnica del equipo y para que lo tengamos en cuenta al darle una valoración económica. La manera en que me tratan por ejemplo en los Teatros del Canal, en Kamikaze, en Nave 73 o en el Español añaden un valor a la experiencia teatral cada vez que voy.
Pues bien, más allá de las especificidades de la negociación, que deben dirimirse entre patronal y trabajadores, me sorprendió descubrir la cantidad de niveles de convenio en los que se manejan nuestros técnicos. Desde los convenios particulares de espacios como el CDN, que incluyen cláusulas que dificultan el cumplimiento de sus estatutos, obligando a ceder las giras a compañías privadas para posibilitar la circulación de espectáculos (una aberración que José Guirao hará bien en revisar) hasta convenios privados de empresas cesionarias que valoran el trabajo de los técnicos por debajo de lo mínimamente aceptable para profesionales de su preparación. Un ejemplo, más común de lo que cabría esperar, aquí
A pesar de toda esta variedad, no existe una regulación específica para los técnicos en gira,como sí existe para los actores. Esto les obliga a negociar sin unos mínimos que protejan sus derechos laborales y depender de la voluntad de los empresarios, algo que ya he denunciado cuando sucede para los actores.
Sería bueno que los técnicos tuvieran un convenio mínimo que les asegurara unas condiciones dignas sea cual sea el entorno en el que trabajan y que les defendiera de los excesos de algunos empresarios. A la vez, eso tiene que ser compatible con la realización de giras incluso en una circunstancia como la actual, en la que las giras son cada vez más cortas y la contratación ha caído considerablemente. Esto, que no deja de ser una obviedad, está lejos de ser una realidad para nuestros técnicos hoy en día, lo cual no deja de ser una manera de (minus)valorar su trabajo.
Además de lo meramente económico, los técnicos piden también mejorar las condiciones en las que realizan su trabajo: tiempos de descanso, suplemento cuando realizan más de una especialidad…. El acuerdo no es fácil en tiempos de multiprogramación y es difícil que sea capaz de conjugar las diferencias entre los teatros institucionales, (que suelen tener convenios específicos, a veces con excesivos privilegios) los públicos y los privados, sobreexplotados para sobrevivir económicamente. Pero una resolución de mínimos es imprescindible. Si no, nuestro teatro, también en esto, será peor.