CÓMO MEJORAR LA CULTURA SEA CUAL SEA TU VOTO

In Artes Escénicas, Blog, Gestión cultural, Política cultural by javierdeyorkLeave a Comment

Mientras los partidos se reúnen para configurar gobiernos, aprovecho la ocasión para proponer algunas posibilidades de mejora de la gestión de la cultura que no dependen de las ideologías, sino que pueden aplicarse votes a quien votes y que redundan en beneficio del ciudadano. Los ejemplos que se citan son de la ciudad de Madrid, pero creo que son bastante comunes y, lo que es mejor, solucionables si se pone algo de voluntad.

1.-  No hace falta cambiar a los directores artísticos hasta que no hayan acabado su contrato.  Los directores artísticos de los centros han ganado un concurso público, y parecería lo correcto que, salvo incumplimiento, pudieran acabar sus contratos antes de que el gobernante de turno ponga al director de turno, que a su vez será cesado en cuanto cambie su padrino. Este modelo, que sufrió Juan Carlos Pérez de la Fuente en Matadero (y que ha costado a los madrileños la indemnización correspondiente por despido improcedente) amenaza con repetirse con su sucesor Mateo Feijoo en el mismo espacio. Son prácticas políticas que se repiten y generan 3 vicios: el clientelismo (que es lo contrario del mérito) , el sambenito político (que implica que ese artista será identificado inmediatamente con la opción política que le favorece y tendrá dificultades para trabajar con la opción contraria hasta el fin de sus días) y la inseguridad jurídica de quien gana un concurso y no sabe si llegará o no a terminar el contrato que establece el pliego de licitación

Se puede aducir, y con razón, que los concursos se hacen ad hoc para que gane una propuesta pactada de antemano. Por ello pasamos al punto

2.-Transparencia y publicidad en los concursos: Resulta un poco extraño que en esta era tecnológica resulte tan difícil consultar los proyectos que se presentan a la gestión de un espacio público. Generalmente el proyecto ganador se publica, si se publica, cuando ya ha pasado el plazo para reclamar y solo queda el llanto y el rechinar de dientes. Una vez terminado el plazo de presentación, ¿por qué no hacer públicas todas las propuestas para que puedan ser conocidas por el ciudadano?¿Por qué no se puede asistir presencial o virtualmente a la presentación de proyectos ante el tribunal correspondiente? Entiendo que las deliberaciones del tribunal no sean públicas, pero ¿su composición y su idoneidad para formar parte del tribunal?

3.- Favorecer la convivencia de la diversidad del sector Apoyar a unos no debe hacerse a costa de otros. Si quiero apoyar a los creadores, no debo hacerlo a costa de las empresas. Si quiero apoyar a las empresas, no hace falta olvidar por completo a los creadores. Ni al teatro amateur, ni la participación ciudadana. No se trata de café para todos, sino de dar a cada uno lo suyo.

4.- Vincular las subvenciones al cumplimiento de la ley Esto, que parece una obviedad, no lo es al menos en Madrid, donde hay una parte de la profesión que trabaja sin altas, sin cobrar ensayos o con salarios por debajo de convenio. Es inadmisible. Existen muchas maneras de hacer las cosas bien. No veo necesario apoyar con subvenciones a quienes no cumplen la legalidad. Que además, puede y debe modificarse para recoger mejoras y las nuevas maneras de hacer fruto de la crisis. En esta situación están también implicadas muchas compañías, que contratan en condiciones ilegales, y los sindicatos, que miran para otro lado para no hincarle el diente a una situación que les acarrearía impopularidad

5.- No caer en favoritismos ni apriorismos Me ha extrañado que en estas elecciones, una de las asociaciones a las que pertenezco ha sido invitada sólo a la presentación del programa de Cultura de Más Madrid. Los demás candidatos no lo han considerado oportuno, y me extraña, porque mi asociación no es partidista, como casi todas, y su conocimiento, como el de muchas otras, aporta valor a la política cultural de la ciudad. Es un círculo vicioso  que se refleja en redes clientelares y en errores que se repiten en la gestión. Genera una incomunicación que nos permite calificar (o descalificar) a los que no piensan como nosotros en vez de escuchar y colaborar para una mejor gestión, lo que beneficiaría a todos.

Para no extenderme, no voy a hablar de la evaluación de las políticas culturales, ni de las oportunidades que ofrece la tecnología, ni del cortoplacismo de la política cultural, ni de la falta de protagonismo de la cultura en el debate político, ni de las vergonzantes generalidades con que se despachan temas tan relevantes para quienes nos dedicamos a esto. Bástele a cada día su afán, y si abordamos algunos de los temas expuestos, habremos mejorado mucho.

Estas sugerencias se resumen en dos:

La cultura tiene que superar la disyuntiva entre los míos y los otros

La cultura es y debe ser ideológica. Su gestión, no

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